Hace casi un mes el mandatario nacional se "encaprichó" con unos terrenos de la zona industrial de Barquisimeto y ordenó su inmediata expropiación y desalojo.
Para "facilitar" el mandado presidencial, esta semana el Concejo Municipal de Iribarren (Barquisimeto), dominado por el oficialismo, aprobó un cambio de zonificación de unos 213.000 M² de terrenos donde funcionan los depósitos y el parque recreacional de Empresas Polar, además de varias industrias manufactureras, oficinas y depósitos de otras empresas.
No es un secreto que ese "capricho" presidencial esconde una especie de guerra de guerrillas de Hugo Chávez en contra del sector productivo del país y, en este caso particular, en contra de Empresas Polar por los "pecados" de generar empleos productivos y por satisfacer a cabalidad la demanda de los venezolanos con productos de primera calidad.
Además por satisfacer este "capricho" de Chávez el Estado Lara perderá unos 3.000 puestos de trabajo, y más de una decena de industrias quedarán a la deriva, enfrentadas a un cierre técnico o a buscar a dónde mudarse.
Esta situación recuerda la "Parábola del Cristal Roto" descrita en 1850 por el economista francés, Claude Frédéric Bastiat, en su ensayo "Lo que vemos, y lo que no vemos".
Bastiat narra que luego de que un niño rompió el cristal de una ventana de un comercio, los presentes en vez de repudiar la acción del muchacho, consideraron que ésta beneficiaría a la comunidad. Afirmaban que cuando el comerciante cambiase el vidrio roto, se beneficiaria al cristalero, así como también se beneficiaría al panadero, porque el cristalero tendría plata para comprar pan; y que además se beneficiaría el zapatero, pues aquéllos tendrían plata para comprar zapatos. ¡Un cristal roto beneficiaría a toda la sociedad!
Sin embargo, Bastiat desmonta esos supuestos beneficios. Explica que el cristal roto tiene un costo escondido y que la falacia se origina en que se consideran sólo los beneficios de comprar una nueva ventana, pero se ignora el costo para el comerciante. Sostiene Bastiat que olvidan que si el comerciante no se hubiera visto obligado a gastar su dinero en una ventana nueva, podría haber comprado pan, zapatos e incluso un libro nuevo. Es decir, habrían salido igualmente beneficiados no sólo el panadero y el zapatero, sino otros de la comunidad. En resumen: La ventana rota no produjo ningún beneficio neto para la comunidad.
Algo similar sucederá en Lara, los empresarios tendrán que invertir para poder levantar sus industrias en otras zonas donde no hay servicios ni infraestructura, en vez de invertir en producir más, crear nuevos productos y generar más empleos.
Además, el Gobierno al no aceptar la oferta de Polar de venderle un terreno de superior magnitud en una zona residencial de Barquisimeto, no sólo atrasó el supuesto proyecto de construir nuevas viviendas, sino que deberá invertir en servicios e infraestructura para hacer habitable la zona expropiada.
Al final de nuevo privó el capricho de uno, sin darle beneficio neto a nadie.
viernes, 5 de marzo de 2010
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